Las gemas De Quebraen #2


Capítulo 2

Los límites de Dunne



_vaya_ dijo simón_ felicidades _

puso su manota sobre mi hombro y lo vi sonreír con sorna, estaba disfrutando aquello _por fin te ponen en tu lugar joven sirviente_ y rió, rió con ganas mientras se alejaba cojeando y abría la puerta de la herrería de forma ceremoniosa.

_Lárguese usted joven esclavo_ hizo una reverencia y continuo con su cantar de risa.

Y así lo hice Salí disparado de ese lugar, el cuerpo me temblaba, vibraba y mi respiración se entrecortaba,  no me di cuenta en el instante en que comencé a correr estrellándome contra cualquiera que se metiera en mi camino;  Quería llegar pronto, quería ir rápido, quería explicaciones.

¡Como se había atrevido!, ¡como se atrevía!

En las puertas del palacio aun vitoreaban, pero ni mi padre ni Jacob estaban a la vista,  solo vi a mi mama parada con un largo vestido color cielo que se balanceaba con el viento mientras sonreía feliz, había dejado suelto su largo cabello café y sus ojos grises brillaban más que de costumbre.

_¡Cómo pudiste!_ dije cuando me abrí paso hasta ella, importándome muy poco las urracas que se juntaban a su alrededor y me miraban de forma venenosa.

Ella me lanzo una mirada fría como si me reclamara en silencio por mi falta de educación.

_¿De que hablas Jimmy? _ dijo en tono dulce y pasivo,  completamente  fingido y forzado aun cuando  lo había practicado bastante te aseguro.

_Sabes de que hablo _ espete en voz alta apretando el pergamino entre mis manos, me tomo del brazo y me arrastro tratando de no lucir molesta,  hasta atrás de una de las enormes columnas que parecían sostener la entrada del castillo.

_No seas atrevido Jim !soy tu madre!!_ su voz retomo su tono habitual, demandante y chillón.

_Atrevido fue lo que hicieron,  seguramente influiste para que me nombraran pelele de Jacob ¿verdad?_ sus ojos se expandieron como platos como si acabara de escucharme decir una blasfemia, pero no me paso desapercibido que aquel gesto fue demasiado fingido y ridículo.

_No seas más idiota de lo acostumbrado _ pellizco mi brazo con fuerza pero me rehúse a darle el gusto de verme siquiera hacer una mueca de dolor, así que apretó la carne bajo sus dedos con más ahínco.

_Primero que todo yo no tuve que ver en eso, ¿crees que pondría a un inútil como ayudante de mi único hijo bueno? No seas ingenuo cielo_ susurro en mi oído _ si quieres reclamar ve y habla con Jacob;  En vez de estar molestando  deberías agradecerle de rodillas te salvo de un destino mucho peor_ fue lo último que dijo antes de darme un empujón y recuperar su sonrisa angelical.

_ ¿Eso era todo mi vida?_ hablo en voz alta y sin esperar respuesta  regreso donde su comitiva la observaba fascinados pensando seguramente que buena madre era  tan paciente y bondadosa.

Y la rabia que había subido hasta la cúspide de mi cabeza estaba a punto de explotar, me lo habría esperado de cualquiera menos de él.

El palacio era majestuoso una de las pocas cosas que me gustaban de mi vida, el poder habitar en él, Mi padrastro tenía cierta fascinación por el blanco, pilastras blancas, pisos de mármol, escaleras relucientes todo era como de ensueño, ojalá la gente que lo habitaba también hubiesen sido así.

 Pero no culpo a mi madre por tratarme de esa forma, menos a mí padrastro, me lo merecía por ser un cero en una posición que me exigía destacar del resto,  tal y como Jacob lo hacía.

Alejandro bajaba las escaleras cuando yo las subía y me lanzo una mueca de enojo, eso se me hacía más familiar que la sonrisa que cargaba en la mañana _ ¿dónde estuviste? te dije que bajaras en media hora y simplemente te largaste_

El siempre que me hablaba se erguía sacaba el pecho y elevaba la cabeza,  tal vez porque ya casi le estaba alcanzando en estatura, si yo era pequeño él era casi igual, robusto pero de tamaño nada destacable o tal vez era porque quería tratar de mirarme desde arriba para intimidarme como cuando lo vi por primera vez a los 5. 

_Debías estar aquí para recibir a Jacob mocoso insolente_  hablaba entre dientes, eso de guardar las apariencias lo tenían él y mi madre muy en común, tal vez por eso aún se soportaban.

_Lo siento señor, recibí un pergamino de fuego y.._

_De fuego!_ exclamo interrumpiendo mis palabras.

_Si señor_ lo miro fijamente entre mis manos y así mismo como simón lo arrebato con brusquedad.

_¿En que lió te has metido mocoso?_  claro nadie podría pensar que la corte personalmente me haya escrito a mí para decirme algo bueno ¿que podría haber hecho yo de provecho para merecer semejante honor?
Estuvo un tiempo largo observando cada letra, seguramente porque aún le costaba leer corrido, si hacía muy poco había aprendido, Alejandro no era lo que llamaríamos listo, pero la fuerza bruta le ayudaba bastante, gracias a eso había logrado cortarle el cuello al último gobernador y así ocupado su lugar después de todo.
_¡vaya!!, en hora buena_ dijo finalmente con real satisfacción, era la primera vez que me felicitaba por algo, me dio unas palmadas fuertes en la espalda que por poco me sacan el aire, incluso llegue a trastabillar,   un poco más y caía por los  6 escalones que ya había subido.

_No hay mejor destino que ese,  tu hermano seguramente te enseñara cosas productivas muchacho, no es como que le vayas a servir de mucho pero algo es algo, ve a agradecerle está en sus aposentos, anda apúrate_ claro iré a agradecerle por desgraciarme la vida.

Cuando entre a su habitación sin tocar algunos sirvientes,  esos que ahora son mis compañeros de trabajo aunque todavía no lo supieran le ayudaban a alistarlo, le pasaban el cinturón donde se colocaban las dagas mientras él se observaba en el espejo, su pasatiempo preferido.

_Hey!_ exclamo cuando me vio en el reflejo _ ¿ya te enteraste? por lo visto no estas regocijándote, ¿por qué no?_ dijo como si fuese un gracia muy bien hecha.

_ ¿Cómo pudiste Jacob?_ se volteo  a verme con el señor fruncido;  Su habitación era más amplia que la mía,  tenía algunas cabezas de animales  en la pared sobre su cama,  esos que llevaba cazando desde los 9 años  cuando yo no me atrevía a siquiera pensar en incrustarle una flecha a un conejo o a un ave.

Tampoco es como que les  hubiera hecho el menor rasguño considerando  mi mala puntería.

y en el fondo muy en el fondo no quería hacerlo. 

Hizo un ademan con las manos y los 4 sirvientes se retiraron presurosos de la habitación

_Te he dicho que no me hables en ese tono cuando hay gente presente Jim, no sé qué te molesta tanto,  personalmente le pedí  al rey de la corte que te nombrara mi ayudante_

_Sirviente querrás decir_ escupí cada palabra con latente coraje y el muy lejos de molestarse sonrió comprensivo como si entendiera algo que yo no,  una molesta costumbre  en el.

_Claro que no hermano, eso jamás_

_ ¿Por qué lo hiciste? sabias que podía aspirar a ser guardián de los limites_

_Por dios Jim no seas ridículo,  no tienes las aptitudes para eso_ se me secó la boca cuando dijo  aquello.

_Todavía tenía un año para intentarlo!!_ grite,  muy poco me importo que hubiese alguien afuera estaba molesto, estaba harto.

 Ser guardia hubiera sido mi escape, mi escape del palacio, del pueblo,  de todas estas personas que me despreciaban era mi paso para ser almenos algo libre, ser uno más del montón,  si fallaba a nadie le importaría…

Solo sería uno más que fallaba.

_No has cambiado en todos estos años ¿crees que cambiaría algo ahora?_ el no gritaba, hablaba con paciencia casi como si sintiera lastima, pena por mi ignorancia en algo que era más que evidente.
Como si le estuviera explicando algo a un niño que le  resultaba demasiado difícil de comprender.

_No puedes decir eso, tú no tienes idea jaco…_
_ ¡Basta!!_ dijo en voz alta, callándome con autoridad, con la autoridad que ahora él sabia que tenía sobre mí.

No pude decir nada más, las palabras todas esas palabras que por años había querido liberar se escondían cobardes una vez más profundo en mí, en esa parte oscura que quería gritar, que siempre quería gritar.

_No quiero hablar más de este tema Jim, no será tan malo, ya lo veras simplemente olvídalo, estoy seguro de que no habrías funcionado como guardián _ sin más volvía hacia el espejo y no miro siquiera el reflejo de mi rostro, pero yo sí, estaba rojo, toda mi cara estaba roja y tenía una expresión extraña como si estuviera  conteniendo la respiración, me esforzaba por que todo lo que sentía en ese momento se quedara en su lugar.

No tenía permitido quejarme, no tenía permitido escoger, no tenía permitido vivir del modo que deseaba.

Pero ya debía estar acostumbrado a eso.

Debía estarlo ¿no?

Cuando Salí de la habitación luchaba por no llorar.  Si llorar, porque soy patético y eso hacen los perdedores que no tiene el valor de decir lo que deberían.

Respiraba a fondo y seguía temblando.
No llores Jim, no llores, no llores, no lo hagas.

Volví a mirar el pergamino de fuego, lo releí unas 20 veces para grabármelo bien, ahora era un ayudante debía habituarme a ello, ya no había vuelta atrás.

Así estaba bien no sería tan malo ¿verdad? A fin de cuentas estaría con Jacob.

Sabía que estaba mal, lo sabía pero era mejor engañarme a mí mismo a terminar berreando en medio pasillo, como la primera vez que mi madre me había dicho frente a Jacob que mejor solo lo hubiera tenido a él.

Pero esas eran nimiedades, mejor ni recordar aquello.

(Es esperado a las 2 de la tarde en las barracas)

¡Oh que divertido! en las barracas, esas casonas viejas y mal construidas donde Jacob y sus amigos bravucones, esos que había tenido el placer de no ver en 3 meses solían entrenar por las tardes.

Entrenar en otras palabras vagabundear.

 Podía escuchar ya la risotada de Mithy el gorila del pueblo, estaba casi seguro de que estaría allí en primera fila para ver y disfrutar de mi desgracia.

Me asome por el ventanal y calcule que serían aproximadamente la 1:30, ¿tan tarde me había levantado?, ¿O es que demore tanto en salir y entrar de esa maldita herrería?

Escuche la puerta de al lado abrirse y quise correr como un ratón asustado pero salió antes de que pudiese poner en práctica esos años de escapadas por el palacio cuando mi padrastro desidia darme “una dosis de disciplina sin ninguna razón aparente” claro nunca funcionaba, ponía a los guardias a buscarme y terminaba siendo apaleado el doble de veces.

_Me ahorraste el trabajo de ir a buscarte_ dijo sereno como si aquella conversación hacia menos de 10 minutos jamás se hubiera dado.

_ ¿Vas a las barracas cierto?, vamos rápido _ si él tenía un talento para mandar casi innato o tal vez estuvo esperando el momento en el que pudiera darme ordenes sin verse obligado a usar el “por favor” o  el “¿quieres?” de cortesía.

_ ¿Cómo sabes?_

_Pues ya te lo dije,  yo mismo le pedí al rey que te nombrara mi ayudante, ¿no estas agradecido?_ me di el lujo de no responder…

Las barracas eran deprimentes, sucias, abandonadas con un ambiente de ultra tumba; De  pequeños nos contaban historias sobre ellas, allí vivían la gran mayoría de los habitantes de Dunne antes de que el Gobernador Dionicio nos “liberara” de la opresión Quebraena.

Si por liberar se entiende que sacrifico a mucho de los pueblerinos inocentes porque según el necesitábamos más “espacio” del que ya poseíamos.

 Para mi concepto si se hubiese fijado más en mejorar las viviendas en vez de envidiar lo que Quebraen poseía muchos se abrían salvado.

Pero este tipo de pensamientos eran los que me había acarreado el desprecio de muchos, recuerdo haber dicho cada y una de estas palabras cuando se me pregunto de niño que opinaba de la liberación.
Hereje, traidor, desgraciado solo eran unas cuantas cosas que me habían gritado el resto de mis compañeros de clases y eso que solo teníamos unos 7 años.

Pero no los culpo estábamos criados para odiar a los Quebraenos, en especial yo que había nacido bajo el gremio, donde eran entrenados los oficiales, guerreros que luchaban en la interminable batalla, defendiendo nuestro país, Dunne no era la gran cosa, un campo enorme de entrenamiento,  solo aquellos que aspiraban a ser oficiales y sus familias podían habitarla, la única razón de que fuésemos tomados en cuenta es que justo a nuestro lado se hallaba la frontera de Quebraen.

Nuestro trabajo era defender, cuidar que nadie pasara los límites.

Pero como yo soy un bicho raro mi opinión era  muy diferente

Solo éramos la carnada,  los peones, aquellos que morirían primero si la guerra llegaba a una situación crítica.

Entrenados para morir, esa era nuestro destino.

Y ser ayudante de un oficial era como ser el peón de un peón con más rango.

Los verdaderos guerreros con algo de valor para el rey estaban en Palastia, la capital del país, allí aspiraba a ir Jacob y nadie dudaba de que lo lograria, era algo seguro incluso al punto de poder conversar con el mismísimo rey en persona, sabia como ganarse a las personas por importantes que fueran…

Mi padrastro pensaba que desaprovechar las barracas era un desperdicio así que lo había puesto como una especie de cuartel para los de más baja importancia, ósea yo,  que ni siquiera daba clases en el coliseo junto a los otros.

No, no era suficientemente  digno.

Las daba en una choza junto a otros pobres diablos ,  gente así como Rokxa.
_He Jacob si has traído contigo al monigote _ choza que ahora estaba siendo utilizada como tiro al blanco de Mithy, Yulie, Sebastián, frank y Adalia jugaban lanzando dagas a la puerta de la casucha que parecía cada vez que la veía mas destartalada, almenos no le lanzaban huevos de tortuga como la última vez.

“maduros”, maduros mis calzon…

_hola, Jacob y Jim_ ¿estaba más hermosa que en la mañana? ¿Era eso posible?, probablemente no pero Adalia era la representación de lo único que me hacía feliz de vivir aquí… es una lástima, que ella fuese la novia de mi hermano.  

_Hey ¿no me vas a saludar como se debe? han sido 3 meses_ se acercó a ella, le acaricio el rostro  y lo que hizo luego preferí no verlo, de haber sido yo la hubiese buscado desde el instante en que pise nuevamente Dunne, pero no soy yo,  y el “de haber sido” no existe.
Entendía por qué lo prefería a él, estaba bien jamás hubiera podido aspirar a tener más que su amabilidad

_Ya supimos la buena nueva Jim, felicidades serás lo que siempre debiste ser_ Mithy era un hombre corpulento, de esos que da miedo ver, tenía más cabello en sus brazos y pecho del que poseía mi cabeza, Sebastián y Frank no se alejaban mucho de él, los mismo rasgos, altos, imponentes  y brutos.

Las únicas excepción era que Frank tenía el pelo rubio y de que Sebastián se había rapado la cabeza de una forma extraña, cuando me fije del todo en el quise reír pero sabía que si lo hacía probablemente no conservaría todos mis dientes.

Gorila, gorila, gorila.

Repetía mi  subconsciente cuando veía a Mithy hablar moviendo los brazos.

Y Yulie de ella no había mucho que decir, solía estar la mayoría del tiempo callada, a veces me preguntaba de si acaso parpadeaba, porque en ocasiones parecía tener pereza hasta de respirar.

_Cierto, admito que nos impresionaste Jimbo jamás esperamos que llegaras  a ese punto, ¿tuviste que rogarle a tu hermanito para que te salvara de terminar limpiando popo de caballo toda tu vida? _ En mi tabla de “personas que desearía ver hundidas en estiércol de vaca” Frank ocupaba el segundo lugar, todo de él era desagradable lo único que evitaba que ocupara el primer puesto era su forma de hablar siempre con la lengua algo como “holaz, soyz frankz y me comoz loz mocoz” servía para reírme a solas cuando me ponían a limpiar los establos,  ayudaba a olvidar un poco el olor o el hecho de que estaba tomando caca de animal con las manos.

_Como dices algo así Frank, pobres caballos, además no hay que esperar tanto de Jimmy para limpiar popo hay que tener algo de cerebro_ Sebastián se acercó a mí y dio golpecillos en mi frente con el puño cerrado como si tocara una puerta _y escucha esto, está vacío! hola, hay algo allí_  rieron en comparsa y mire a Jacob que estaba parado al frente , él no se inmuto solo me quito la cara

El jamás se inmutaba.

Pero podría jurar que por un instante una risilla se había fugazmente hecho presente en sus labios.

Debía estar viendo cosas, mi propio hermano no se burlaría de mí.

 _ ¡Basta Sebastián!_ no sé en qué momento se había aparecido, o si ya hacía mucho estaba allí pero justo detrás pude escuchar la voz de Rize, el hombre que me había dado clases por años, el único que lo había intentado, solía tener ese talento especial para escurrirse por todos lados sin ser detectado, supongo que por eso y por muchos otros peculiares talentos había sido en su época uno de los mejores.

Mejor incluso que Alejandro había escuchado decir alguna vez en mi vida.

_Vamos Rize no seas aguafiestas _ dijo Mithy cuando salió de la impresión.
Era sabido por todos que no importaba cuantas veces Rize se apareciera de la nada, siempre impresionaba.

_No soy tu igual, no me hables de tu,  que este así no significa que no te pueda dar una buena zurra_  ha sí  estaba el pequeño detalle de que le faltaba el brazo izquierdo, pero ¿quién cuenta?, para mi seguía siendo mejor que mi adorado padre.

_que bien por ti_ susurro Frank _ya llego tu protector_ mentía, Rize no me protegía, no parecía interesarse mucho en mí, pero era  uno de los pocos  al que no le  parecía divertir mi situación.

_Ven aquí muchacho_ me acerque y agradecí  esquivar con éxito el pie que había sido puesto en mi camino seguramente para que me diera de bruces con el suelo.

_Toma esto_ me entrego un pergamino enrollado que resultaba estar bastante grueso, este era el normal, el barato, el que usaban los pobres.

_ ¿Qué es?_

_Son tus nuevas tareas como ayudante de un oficial_ no tenía que leerlas para saber cuáles eran algunas.

Limpiarle, lavarle, cocinarle, morir por el si era necesario y hacer cualquier cosa que a Jacob se le antojada.

Así de simple.

Así de sencillo.

¿Solo para recibir eso me había tenido que aguantar 15 minutos de humillación con los monos de Jacob? Gran cosa, seguramente si hubieran querido me lo habrían enviado hasta el castillo pero sería absurdo para un simple ayudante.

Cuando alce la cabeza para preguntar algo simplemente ya Rize no estaba allí.
Algo tan típico que no me inmute.

_ ¿Qué es eso? Tú lista de quehaceres Jimi? _preferí no responder nada.

_bien ya que se fue el vejete entonces vamos, andando Jim_

_espera Jacob ¿lo llevaras con nosotros?!!_ esto último capto mi atención que ya estaba divagando en cuantas camisas de Jacob llenas de sangre tendría que lavar por semana.

_ ¿llevar?, ¿A dónde? _ Pero Jacob no respondió simplemente comenzó a caminar y el resto como buenos subordinados se pusieron en marcha.

_no pensaras que vinimos hasta las barracas a verte la cara idiota_ era tan extraño oír hablar a yulie que ni siquiera me ofendía cuando solo abría la boca para soltar improperios.
Siguieron su camino por un buen rato en la que el sonido de la música que era traído hasta las casuchas por el viento estaba comenzando a perderse, y en menos de lo que esperaba comprendí hacia donde nos dirigíamos.

Las barracas se encontraban a solo  20 minutos caminando del pueblo, pero estaban ocultadas por unas series de árboles enormes que era lo que le daban ese aspecto lúgubre de noche, y  de total abandono en el día.

Se tenía estrictas reglas sobre que solo los aprendices, oficiales, guardián  o maestros  podían acercarse  y la razón era que estaba a menos de un kilómetro de los límites.

Que era justo hacia donde nos dirigíamos ahora.

_¡Esperen!!, no podemos ir allí, aunque sean oficiales aún son novatos, ¿qué pasa si no ve un guardián?_

_¡Cállate!! No seas un cobarde_ grito Mithy mirándome de soslayo _ ¿no eras tú el que quería ser guardián de los límites?, ¿Qué paso ya te hiciste en los pantalones?_ risas, risas, me hartaban sus risas.
_ ¿Cómo tú sabes?…_ y ate cabos, Jacob era al único al que se lo había contado, se suponía era un secreto.

Se suponía.

El solo me miro sin mostrar el menor remordimiento aun después de  haber sido echado al agua.
_Creo que será una forma perfecta para demostrarte que no hubieras servido para eso_ fue lo único que dijo y sonrió. casi amablemente.

casi.

Ir hasta los límites era una locura y estaba prohibido si no querías tener una muerte segura.

_Esto es … es una locura Jacob, ¿ir hasta los límites? Es definitivamente una locura_ mire a Adalia para ver si ella estaba igual de asustada que yo pero ella parecía muy serena enganchada del brazo de mi hermano como si fuera un tesoro precioso.

_ ¡Basta!! ¿No eras tú el que quería esto?, cuando entremos a la frontera de Quebraen veras que no tienes el valor suficiente para estar allí ni media hora_ me respondió zafándose con algo de brusquedad del agarre de Adalia, puso su mano sobre mi coronilla con cuidado y su sonrisa se hizo más ancha.

_ ¿Entrar a la frontera?!!_ esto debía ser broma.

_Claro que sí, solo quiero que veas que yo siempre tengo la razón y que si hago las cosas es por algo, solo lo hago por tu bien hermanito, no fuiste hecho para ser valiente ni fuerte debo hacerte entender_ y sacudió mi cabello.

No sé por qué, pero en ocasiones pensaba que todos los de Dunne eran idiotas,  que yo era el único con algo de sentido común.

No sé...

A veces realmente lo creía...





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